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Manhattan

11 de septiembre del 2001

Escuché un sonido extraño, como si estuviesen arrastrando sobre el asfalto un contenedor, de esos que usan para comercio exterior. Extraño, porque estaba en el piso doce del edificio del New York Mercantile Exchange y la oficina en que trabajaba tenía las ventanas cerradas. Ahora mientras escribo esto pienso que el ruido tenía que ser muy fuerte para pasar, amordazado, a través de la ventana y sonar como lo escuché.

Momentos después, en las noticias en la televisión anunciaban que un avión se había estrellado contra una de las torres gemelas. Por mi mente pasó la imagen de una avioneta Cessna estrellada contra las ventanas de la torre. Eran las 8:46:40 de la mañana y hacía sólo unos 15 a 20 minutos que había dejado la estación del subterráneo que estaba debajo de las torres. Ya estaba en mi oficina trabajando un buen tiempo antes de que el mercado bursátil abriera esa mañana.

Entonces, trabajaba para una compañía de compradores y vendedores de acciones de bolsa (day trading) en el edificio del New York Mercantile Exchange, el mercado donde se transan futuros de metales preciosos y de energía. La televisión la teníamos siempre encendida en el canal de las noticias financieras. Así nos enteramos del avión en la torre.

Unos compañeros y yo fuimos a la oficina en la esquina de nuestro piso, desde donde se puede ver la bahía de Nueva York, con la Estatua de La Libertad incluida. De ahí podíamos ver también el lado oeste de las torres. Desde esta posición podíamos ver el humo saliendo del otro lado del edificio. No veíamos el lado del impacto, la cara norte de la Torre Norte, así que en mi mente seguía la imagen de una avioneta Cessna chocada contra el edificio.

Eventualmente, mis compañeros empezaron a dejar esa oficina para regresar a sus escritorios. Yo me quedé un rato más. Lo suficiente para ver una inmensidad de avión, volando muy bajo, yendo contra la otra torre, la Torre Sur. Eran las 9:03 de la mañana. La aparición del avión fue tan rápida e inesperada que no me moví. Pensé que el ala del avión se había chocado contra la esquina del edificio y eso había producido la bola de fuego que había visto. Luego pensé en la gente de la calle y en cómo el resto del avión habría causado heridos y muertos. En mi mente, sólo el ala del avión se había chocado contra el edificio.

No podía entender cómo el resto del avión había desaparecido detrás de lo que podía ver de las torres y no podía entender cómo no lo había visto pasar y estrellarse en la calle. Sólo tenía preguntas. En los televisores encendidos en toda la oficina reportaban que el país estaba siendo atacado. Ya alguien había tomado iniciativa y nos empezaron a evacuar. Hicimos los doce pisos hacia abajo por las escaleras.

No recuerdo si hablábamos o permanecíamos callados. Recuerdo eso sí que yo seguía incrédulo. Atacados? Me parecía una exageración. Al menos en esos momentos.

Nuestras oficinas estaban a dos cuadras del World Trade Center. Una vez abajo y fuera de nuestro edificio pudimos ver mejor lo que había pasado. Ahora podíamos ver como las dos torres humeaban. Un compañero de trabajo tenía casi lágrimas en la cara. Pensé en llamar a casa para decirle a mi esposa que estaba bien y que no tenía que preocuparse por mi. Pero no tenía mi teléfono celular conmigo; lo había olvidado en casa ese día. En realidad no me hubiera servido de mucho, porque el impacto de los aviones había dañado la antena en una de las torres y mis compañeros que sí tenían sus celulares no conseguían señal.

Desde la calle en donde estábamos, al lado del río Hudson, podíamos ver gente en las ventanas, tratando de respirar aire y escapar del humo y del calor de las llamas dentro del edificio. En esos pisos, las ventanas no se ‘abrían’. Había que romperarlas para tener acceso al exterior. Más de ochenta pisos abajo, eramos testigos de lo que les estaba pasando.

Empezamos a ver a la gente saltar al vacío. En mi mente sólo podía pensar que era lo mejor para ellos. Que esa decisión había sido la mejor. El calor y el humo adentro podían ser sólo un infierno. Hubiese hecho yo lo mismo? Me imagino que sí; aunque no puedo saberlo con certeza. No he estado en esas condiciones.

Quedarse ahí no tenía ningún sentido. Decidí empezar a caminar. En mi mente estaba seguro que el subterráneo estaría cerrado y que no habría oportunidad alguna de encontrar un taxi. Me despedí de algunos colegas y empecé mi camino hacia el norte de Manhattan. Pensé que buscaría un teléfono público para llamar a mi esposa. Los primeros teléfonos públicos que vi tenían líneas con doce o quince personas. Decidí detenerme cuando encontrase uno con sólo cinco o seis personas.

Caminaba como siempre camino, a paso rápido. Miraba los rostros de la gente y en ellos veía incredulidad, estupor, tristeza; pero sobre todo, horror. Llegando a la calle Canal decidí buscar la casa de un amigo, para pedirle su teléfono. Subí a su piso, pero nadié contestó al timbre. Bajé y salí a la calle, doble la esquina y luego de una cuadra más de andar encontré, finalmente, un teléfono público con sólo cinco personas en línea. Esperé y por fin pude llamar a mi esposa. Le dije que estaba bien y que estaba caminando. Que no se preocupase y que sencillamente me espere. Tenía más de 90 cuadras de camino.

En algún momento de mi camino, vi tres o cuatro rastafaris caminando hacia el noroeste, hacia el río. Creo que era el primer grupo de personas que veía que no parecía enterado de lo que pasaba. Estarían duros? Volando? Como que sus mentes estaban completamente fuera de Nueva York, de lo que estaba pasando y de lo que cada cara que veía en mi camino a casa reflejaba. Sus cuerpos estaban en Manhattan, pero sus conciencias estaban en otra parte. No encuentro mejores palabras para describirlo.

Seguí andando rumbo norte. No miraba atrás, sino, otra vez, las caras de la gente mirando las torres. Unas cuadras antes de llegar a la calle Houston, escuche unos gritos que exigian mirar atrás. Di media vuelta y miré en dirección a las torres. Eran las 9:59:04 y la Torre Sur, la que había recibido el segundo impacto, empezaba a desplomarse. Un minuto estaba ahí y el siguiente minuto ya no. Sólo quedaba la Torre Norte. Sólo quedaba la Torre Norte … el perfil de la ciudad había cambiado en un instante y delante de mis ojos. Recuerdo haber pensado eso, que el perfil de Manhattan había cambiado para siempre.

No pensé que tenía suerte de no estar ahí, al pie del edificio donde trabajaba. Pensé que para la pobre gente que estaba atrapada en la torre, el desplome del edificio ponía fin a su sufrimiento. Que para ellos era, probablemente lo mejor. El fuego y el humo me parecían una peor alternativa. Cuando la torre desapareció del horizonte di vuelta lentamente y seguí caminando.

Las caras mostraban el horror y el dolor de la ciudad. Vi una familia, el padre, la madre y una adolescente, mirando a la torre que quedaba, abrazándose y tratando de estar unidos mientras miraban lo que ya no estaba. Yo seguí caminando. Cuadra tras cuadra veía las mismas expresiones. Las mismas emociones. El mismo sufrimiento.

Crucé la calle Houston y caminé varias cuadras. Antes de llegar a la calle 14, creo, escuché otra vez esos gritos que llamaban a voltear. Que insistían en mirar. La Torre Norte empezaba a caer. Eran las 10:28:25, menos de media hora después del primer desplome. El panorama de Manhattan había cambiado definitivamente. Las dos torres habían desaparecido y con ellas las vidas de miles de personas atrapadas.

La cuadras siguientes me mostraron menos rostros. Las torres habían desaparecido y cada vez que avanzaba más al norte, su falta era menos notada porque cuando estaban altas y erguidas, estas partes de Manhattan no las tenían tan predominantes en su horizonte.

Cuando llegué a la calle 18 fui al dojo de aikido, a pedir prestado el teléfono para volver a llamar a mi esposa. Justo antes de subir, del garage que está debajo, una señora me preguntó cómo llegar a la carretera (West Side Highway) para ir a Westchester. Le dije cómo hacerlo pero quedó un poco confusa. La invité a llevarme al Upper West Side, donde yo vivía, de manera que la podía guiar en el trayecto. Dada las circunstancias, aceptó y yo agradecí.

En el camino conversamos de lo que había pasado. No recuerdo, ahora, los detalles: cuánto le conté de lo que había visto? Cuáles eran las especulaciones de quién estaba detrás de estos ataques? el por qué de esta locura? Finalmente dejé a la señora a la entrada de la carretera, tan sólo tres cuadras de mi casa. Me despedí de ella y le agradecí. Lo mismo hizo ella.

Cuando llegué a casa abracé a mi esposa y a mi hijo que tenía sólo un año de edad. Luego del impacto a la Torre Norte, cuando las noticias estaban en todos los cables, mi esposa había recibido una llamada de mi hermano desde Paris, que se había enterado por mi hermana desde Madrid. Nos sentamos y pudimos ver en la televisión cómo el segundo avión impactaba la Torre Sur, y luego, cómo las torres se desplomaban y se convertían en polvo.

En los días siguientes seguía en shock. No tuve pesadillas ni insomnio. Pero en mi mente, a veces sin darme cuenta, veía las caras de la gente mirando con horror lo que pasaba en las torres. El lunes siguiente regresé a trabajar. El mercado bursátil abría nuevamente después de no haber abierto ese martes 11 de setiembre. La guarda nacional y la policía guardaba un perímetro alrededor de lo que quedaba de las torres, del famoso Ground Zero. Tenía que mostrar dos documentos para que me dejasen pasar al área, para poder ir a trabajar.

Winter Garden
World Financial Center Winter Garden

Cuando regresé a mi oficina, no llevé mi cámara grande; sólo una pequeña cámara digital. Desde la misma ventana donde había visto el segundo avión entrar dentro de la Torre Sur, tomé algunas fotos a través de la vidrio. Dos meses después, mudaron nuestra oficina a Hoboken, en New Jersey, un pueblo al otro lado del río Hudson. No he ido mucho al Ground Zero desde entonces.

Winter Garden
World Financial Center Winter Garden

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7 comments on “11 de septiembre del 2001”

Creo que los años vividos con el terrorismo en Perú en vez de endurecerme me volvieron mas sensible. Y esta tragedia la sentí de forma muy personal. Mi esposo es piloto de United Airlines, y algunas veces hacía esa ruta, NY-LAX. Esta vez estaba en casa. Recuerdo esa mañana, el me despertó con el sonido de la puerta abriendose bruscamente y él con mi bebe de 4 meses en brazos. Lo primero que dijo fue “we are under attack, this is terrorism”. Incrédula igual que tú le pedí que por favor no dijera eso, tal vez tratando de evitar recordar los años de terrorismo en Perú.
Ya lo demas esta grabado en mi memoria, y los sentimientos siguen frescos igual que aquel día.
Las conjeturas de mi esposo, la frustación de saber que todavia habían otros aviones en el aire, su intención de llamar FAA para ordenar “to ground” todos los aviones en el aire. Y lo mas triste, ver que 1 a 2 horas después otros dos aviones correrían la misma suerte.
Todos tenemos algo que contar de 9/11.
Gracias por el espacio para hacerlo.

Vi el ataque por TV y no pude más que recordar la época de terrorismo que se viví en el Perú en los ’90 y que a todos nos afectó de por vida. Pensar que por esa insanía mueren a diario tantos inocentes!
Gracias Javier, por compartir con nosotros.

Yo estaba en Cusco habia regresado de guiar camino inca y quede en encontrarme con unos amigos en la plaza de armas para tomar desayuno, cuando llegue al lugar acordado vi muchas personas llorando abrazadas, caras de desesperación. No entedia lo que pasaba y me acerque a un grupo que estaba viendo la tele y vi lo que estaba ocurriendo, realmente senti mucha pena y tristezade que esta clase de actos ocurran y que no solo en Perú y en los paises subdesarrollados como quieren llamarnos ocurran actos de esta naturaleza.
Recorde mucho la explosion en Tarata y como mi madre se salvo de un pelo de morir ahi, y como sonaron las ventanas de mi casa en la molina.
Hace poco vi un documental que tratan de analizar todo lo ocurrido y se cree que no solo fueron los aviones los que ocasionaron la caida de las torres sino que tambien se debilitaron previamente las coloumnas de las torres y que el tercer edificio al lado cayo sin ningun explicacion logica, pueden ver mas buscando Proyecto Zeitgeist.
Ojala actos como estos no ocurran en ninguna parte, gracias Javier compartir ese momento.

ESTABAMOS MARIO Y YO EN UN TALLER DE CANOAS EN SAN JOSE,CUANDO NOS LLAMARON A VER LAS NOTICIAS, NO PODIAMOS CREER LO QUE VEIAMOS, SALIMOS CORRIENDO A LA CASA,EN EL CAMINO LAS FILAS INTERMINABLES EN LOS GRIFOS TODOS QUERIAN LLENAR SUS TANQUES,LA TRANQUILIDAD SE HABIA ROTO. QUISIMOS HABLAR CONTIGO JAVIER,PERO NO HABIA FORMA, LLAMAMOS A ANI EN MADRID, Y ELLA NOS DIJO QUE USTEDES ESTABAN BIEN, QUE ALIVIO….PERO EL SENTIMIENTO DE PERDIDA ES PARA SIEMPRE, EL MUNDO YA NO ES IGUAL.

I was coming back from the doctor in Westbury, Long Islland. Carryng my baby , my husband runned towards me telling me the unbelievable… The first tower was under attack….I remember imagining fire-trucks in the form of airplanes…I can not even make up a name for those things since I never saw one, they only existed in my mind.

I was waiting for the supernatural, and the unexpected until I saw the second tower hit by the second airplane … I runned to the phone calling my family and friends who worked around the area,advising them to get out of the city… we were on war.

2012 now … I’m not in Ny anymore.. We still on war. A quiet uncertainty. We just never know now when they’ll be back. America and the world is not the same. One thing is trrue: we will never forget and are not the same.

Awesome webpage Javier, thank you for sharing. I remember this day very well, I remember driving on NJ Turnpike and was able to see the Towers on my right. Many people pulling aside staring. People, also turning right before the toll. It was a day of chaos. Never will we forget 9/11.

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